miércoles, diciembre 07, 2016

Tres poemas de "Anatomía de un prófugo [2011-2014]", de Adolfo Cueto




(1969-2016)


BENARÉS
oración india

Sonríe aún otra vez,
pequeño rostro ingrávido, y duerme al fin, ya
duerme. Y que esa luz gastada
que cae tuya, como mirra
dolorida, en su Ganges nos lave
y lave luego al mundo. Y que la noche ponga
letra y música lenta
a tus ojos de niño. Y que, cuando la muerte
esparza sus metales
y plante sus raíces
en mi frente, perdure esta sonrisa
que vela aún tu mirada.



APAGADO O FUERA DE COBERTURA

Lo que nombra el dolor, en esta hora desierta, ya
no son enredaderas trepando muros viejos
ni es el toro enlutado con su traje de muerte.
Ni la hiel, ni la pena. No es,
ni siquiera, tampoco la palabra herida: es
la palabra que hiere
sencillamente, es la sal en la herida. Lo que nombra el dolor
en este tiempo a cuestas, como un ruido
de emisoras de radio mal sintonizadas –esa luz
no ajustada a nosotros–, es el rostro de nadie
frente a las televisiones, es el hambre,
sus moscas, los cristales tintados
de las torres más altas. Deja pálidos fondos
de avenidas azules, orfidal en la sangre, un zumbido al oído.
Son aviones que parten, son hoteles vacíos
cuando la madrugada, estaciones de metro desmembrando
tus días. Es el animal turbio
que ensombrece los labios de las niñas que ríen,
todo eso es –etc. Te ha mirado a los ojos, y conoce
tus señas: dondequiera que vayas, el dolor
lleva en ti su epicentro.

Hablamos del dolor
como quien busca droga
desesperadamente, como merodeadores destripando
basura, escarbando más hondo, temblorosos,
cansados. Una palabra hiriéndonos en
su ceguera de ver, una gran superficie
desolada nos reúne: la palabra que nombra
lo que nombra el dolor, cuando dice su nombre y
se retuerce en nosotros como un papel quemado.



DESCAMPADO

Aquí, en el extraradio, en
las afueras del mundo, por la puerta trasera
de la vida, como galgos perdidos
hacia dentro; de cara a
la pared, en el foso, en el muro, detrás de un corazón
de ladrillo pintado, esta caída lenta, esta luz
malherida, supurando aún, quebrada.

Esta música rota, detenida ahí
delante, de espaldas
a nosotros, como plástico sucio en un río
sin agua; este tiempo de nadie en ese descampado
de los días atroces;
ese nombre sin nombre consumido en el frío
de las urbes inmensas…

Allá
lejos, aquí
mismo: aquí mismito, sí, en las cloacas
de turno, tras el sonido azul
de las sirenas, este epitafio mudo, esta elegía
truncada.




en Anatomía de un prófugo [2011-2014], inédito